Teatro Real de Madrid – Temporada 2015-2016
“ROBERTO DEVEREUX”
Tragedia lírica en tres actos con libreto de Salvatore Cammarano, basado en la tragedia Élisabeth d´Angleterre (1829) de Jean-Françóis Ancelot.
Música de Gaetano Donizetti
Elisabetta MARIELLA DEVIA
El duque de Nottingham MARCO CARIA
Sara, duquesa de Nottingham SILVIA TRO SANTAFÉ
Roberto Devereux, conde de Essex GREGORY KUNDE
Lord Guglielmo Cecil JUAN ANTONIO SANABRIA
Sir Gualtiero Raleigh ANDREA MASTRONI
Paje SEBASTIÁN COVARRUBIAS
Un familiar KOBA SARDALASHVILI
Orquesta y Coro del Teatro Real de Madrid
Director musical Bruno Campanella
Director del coro Andrés Máspero
Director de escena Alessandro Talevi
Escenógrafa y figurinista Madeleine Boyd
Iluminador Matthew Haskins
Coreógrafa Maxine Braham
Producción de la Welsh National Opera de Cardiff (2013)
Madrid, 8 octubre 2015
El Coliseo madrileño abrió temporada con una ópera poco frecuente en escena, que ya fue programada en marzo del 2013, donde Edita Gruberova tuvo un sonoro éxito. La ópera belcantista, elemento exótico en la programación de la anterior dirección, la época Mortier, vuelve esta vez al completo. La tragedia acaecida en esta fascinante ópera de Donizetti, está llena de tintes oscuros no solo en la obra sino en el propio entorno del compositor. Pero la pérdida de su esposa y de uno de sus hijos, no impidió que, junto a Cammarano, con quien colaborará en siete óperas más, compusiera una valiosa obra de arte, a pesar de la no muy prodigada presencia en los escenarios. Los registros vocales y las características musicales de la obra fueron escritos para los protagonistas del estreno, de acuerdo a sus cualidades y potencialidades, siguiendo las costumbres de la época. Cada una de las líneas vocales de los personajes encierra dentro de sí una riqueza vocal importante a nivel musical y de una notoria dificultad. Se podría decir que esta “ópera de las pasiones”, como el propio compositor la definió, concentra en su parte musical toda la acción dramática. Cada uno de los entresijos y aspectos psicológicos que conforman el carácter de los protagonistas se vuelca en los difíciles pasajes vocales, con zonas de grandes saltos interválicos, momentos de agilitá, fraseos depurados o pasajes de peso y fuerza vocal. Todos estos elementos concentrados en la música son utilizados para expresar el contenido de los más turbios, nobles, vengadores, incondicionales, regios, honestos y fieles sentimientos. Este volcán de pasiones surge de lo más profundo de los personajes y se erige en hilo conductor del drama.
Y con estos antecedentes, es de esperar un elenco de excelentes cualidades vocales y dotes interpretativas no fácil de conseguir. Y así, las voces de Mariella Devia, Gregory Kunde, Silvia Tro Santafé y Marco Caria, que conformaban el elenco principal, y que se suponían una apuesta segura por sus destacadas carreras y demostrados logros, respondieron con la intensidad vocal, dramática y actoral exigida y esperada. La Elisabetta de Mariella Devia dibujó las melodías diferenciando con claridad el carácter de cada una de ellas, ajustándose vocalmente a los requerimientos. Derrochó sus dotes y facilidad en el canto de agilitá, y conmovió con una interpretación en la que se mezclaban y representaban con una gran versatilidad la sensualidad, la dignidad, el perdón y la ternura, pasando por momentos de verdadera rectitud vocal con seguridad en los registros más graves. Su confidente y rival en escena, la mezzosoprano española Silvia Tró Santafé no quedó anulada por la impresionante reina Elisabetta, gracias a su impecable presencia en escena y a su vocalidad ya que, la valenciana, mostró una línea regular en todo su registro, junto a un color de gran belleza y una facilidad para adaptarse vocalmente con uniformidad y una asombrosa facilidad a todas las situaciones. Su presencia fue un deleite para nuestros sentidos. En cuanto a las aportaciones masculinas, seguimos derrochando calidad. El tenor estadounidense Gregory Kunde, recientemente aplaudido en Il Trovatore de la Temporada de Ópera de A Coruña, volvió a conquistar al público. En esta ocasión las exigencias incluían un depurado canto y una excepcional musicalidad, junto con momentos de gravedad interpretativa. En todos los registros se le vio cómodo y su canto fue limpio prácticamente en su totalidad. La aportación del joven barítono italiano Marco Caria sorprendió por partida doble. Por un lado su proyección y anchura vocal y por otro su actuación. En la parte vocal no hubo ni un ápice de dudas y demostró poseer un sugerente poder de seducción que, junto con sus dotes actorales, uno de sus puntos fuertes, construyeron un Duque de Nottinghan digno de temer y al mismo tiempo inspirador de la más generosa lástima. Las aportaciones del tenor Juan Antonio Sanabria y del bajo Andrea Mastroni estuvieron a la altura del elenco principal. El Coro y la OrquestaTitular del Teatro Real realizaron una cuidadosa interpretación en esta ópera a la que yo denominaría “de las pasiones y las sutilezas”. Y así, la Orquesta Titular del Teatro puedo lucirse bajo la sabia y experta batuta del gran maestro Bruno Campanella, que imprimió ritmo y ofreció seguridad tanto en el palco escénico como en el foso. En cuanto a la producción del joven Alessandro Talevi, que debutaba en el Teatro Real, sorprendió por la paradoja de su combinación de sencillez y complejidad. Sencillez en la concepción escenográfica, pero representando todo el carácter y las pasiones que encierra el libreto y perfilando sutilmente la psicología de los personajes. Y lo consiguió a través del elemento central, la gigantesca araña que expande sus patas para llegar no solo a cada uno de los miembros de ese cuarteto que integra varias relaciones triangulares, sino que traspasa el escenario extendiendo su red a cada uno de los presentes. La iluminación, jugando con los claroscuros y con un predominio de la tenebrosidad contribuyó no solo a crear un ambiente de inquietud y fascinación sino también a que el vestuario se erigiera en elemento de elevado protagonismo, marcando una estética atemporal y llena de tintes sugerentes de las más altas y bajas pasiones. Fotos Javier del Real