Madrid, Teatro Reina Victoria – Stagione Lirica 2014
“RIGOLETTO”
Opera in tre atti di Francesco Maria Piave, tratto da Le Roi s’amuse di Victor Hugo.
Musica di Giuseppe Verdi
Il duca di Mantova JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ
Rigoletto MARCO MONCLOA
Gilda RUTH GONZÁLEZ
Sparafucile PIET VANSINCHEN
Maddalena MARÍA JOSÉ TRULLU
Giovanna MARÍA JOSÉ TRULLU
Il conte di Monterone JAIME CARRAS
Marullo JOHN HEATH
Matteo Borsa CÉSAR NARBONA
Il conte di Ceprano ALFONSO ESTEVE
La contessa, sua sposa PALOMA FRIEDHOFF
Orchestra e Coro del Opera de Madrid
Direttore José Fabra
Maestra del Coro Raquel Albarrán
Regia Tom Baert
Scene Carlos Wagner
Luci Carlos Torrijo
Scenografia, atrezzo e costumi Marnik Baert
Allestimento ZOMEROPERA para el Festival ALDEN BIESEN (Bélgica)
Madrid, 12 marzo 2014
El Teatro Reina Victoria levantó el telón ante un aforo prácticamente completo. Después de mucho esfuerzo por parte de todos los integrantes de la recién nacida compañía Opera de Madrid, el pasado doce de marzo se inauguró la primera temporada de ópera estable de Madrid dentro del marco de la iniciativa privada apoyada por los empresarios Enrique y Alain Cornejo, e integrada por un nutrido grupo de artistas, algunos de ellos con larga experiencia en los escenarios. El público, la compañía, los colaboradores y todos aquellos que han hecho posible este sueño estaban expectantes. Sonaron los primeros acordes y …ya estaba todo listo!. A un lado la casa del Duque, al otro, la posada y casa de Sparafucile, y en la zona central, el refugio de Rigoletto y la joven Gilda que más adelante sería profanado. La propuesta de Carlos Wagner, pensada para un escenario abierto y de dimensiones muy superiores fue trasladada al escenario del coliseo madrileño por Tom Baert. A pesar de los condicionantes escénicos (que no eran pocos), supo sacar el máximo partido, dividiendo en diferentes planos bien diferenciados los tres lugares principales en los que se desarrolla la acción. Incluso buscó una solución para incluir el río donde debía ser arrojado el cuerpo sin vida del supuesto Duque. Algunas soluciones se presentaron ciertamente forzadas, como por ejemplo la huida del perverso noble de la posada, o la inclusión del río dentro de la escena. Pero no debemos olvidar que hacer una reducción de una idea escénica con los inconvenientes que puede presentar un espacio cuyas dimensiones son tan diferentes es una tarea harto difícil y solamente el logro es ya digno de elogio. En definitiva, la puesta en escena funcionó .Como elemento extra nos encontramos con una visión desenfadada, con divertidas coreografías que, aun fuera de lugar en el contexto dramático que trasciende la obra, nos arrancaron más de una sonrisa. Lo mismo ocurre con la visión atormentada de Gilda, quien se muestra visiblemente trastornada y superada tanto por su cautiverio a manos de su padre, que aterrorizado por la idea de que algo deshonroso pueda sucederle a la pequeña no la permite visitar la ciudad, como por la perturbación que le produce el enamoramiento, lo que provoca momentos delirantes y de una comicidad desprovista de elementos dramáticos. Tanta frescura y liviandad provocó en los espectadores un profundo sentimiento de aceptación, más allá del contexto dramático en el que nos sumerge realmente el libreto. Fue un bálsamo para los sentidos y un disfrute divertido para el intelecto, que pudo dejar a un lado la parte oscura y trascendente que, por otro lado, viene bien de vez en cuando.
En lo que respecta a la cuestión musical, las voces se apoyaron unas a otras. Cada uno de los protagonistas dio lo mejor de sí. Un elenco joven pero con trayectoria, como es el caso del barítono Marco Moncloa, quien interpretó un Rigoletto al que no le faltó de nada: turbación, ternura, desesperación. Todo ello bien aderezado vocalmente, con gran caudal y expresividad. La joven soprano Ruth González, quien no parecía cómoda en sus primeras intervenciones, se fue transformando en una Gilda que acabó conquistándonos a todos. Segura y afinada logró la ovación final de todo el público. Su labor escénica fue también sobresaliente. Mención especial debemos hacer al dúo que interpreta junto a Rigoletto en el segundo acto y que culmina con el conmovedor “Piangi! Piangi fanciulla…”. El tenor José Manuel Sánchez fue un Duque muy creíble y demostró muy buenas cualidades y aunque no en todo momento la voz estuvo controlada, logró interpretar y cantar con firmeza dos de los momentos más temidos y difíciles de este rol, “Parmi veder le lagrime” y el cuarteto archiconocido del tercer acto “Un di se ben rammentomi…”. La Maddalena cantada por Maria José Trullu se adaptó vocalmente al personaje gracias a un timbre muy adecuado para el rol y, escénicamente fue cómplice en todo momento. El belga Piet Vansinchen fue un Sparafucile imponente, en lo vocal y en lo escénico. Y para finalizar con el elenco vocal, tanto el coro como los partiquinos realizaron una excelente labor. En el foso, José Fabra al mando de la joven Orquesta Opera de Madrid, a la que se le augura un futuro prometedor. La música sonó entusiasta bajo su batuta, con tiempos adecuados en líneas generales, lo que dio un buen ritmo a la función. La obra presentó algunas lagunas orquestales que esperemos se solventen con el trabajo y los futuros ensayos, ya que la materia prima que se presentó es buena.
Esperamos que el éxito se prolongue hasta el final de la Temporada, que se alarga hasta junio, con un atrayente programa y unos precios al alcance de los bolsillos.